Hoy vamos a hablar de un mapa triste, un mapa que nunca debió existir, un mapa que fue en su día y que ahora es imposible de situar. Se trata del mapa del gueto de Varsovia.
El gueto
Ghetto es cómo se llamaba al barrio judío en la Venecia de la Edad Media.
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial los guetos fueron los barrios dónde los alemanes confinaron a la población judía, obligándola a vivir en condiciones miserables e infrahumanas. Los nazis crearon más de 400 guetos en Europa, la mayoría de ellos cercados con vallas o muros. El más grande de todos: el de Varsovia.
Tirando de datos nos sale que la comunidad judía de esta ciudad antes de la Segunda Guerra Mundial estaba integrada por más de 350.000 personas, la mayor de Europa. Esto representaba el 30% de la población total de Varsovia. El gueto ocupaba apenas el 2.4% de la superficie de la ciudad.
En octubre de 1940 se decretó la creación del gueto obligando a trasladarse allí a todas estas personas. En noviembre se cerró con un muro de 3 metros de altura, coronado con alambre de espino y constantemente vigilado para impedir cualquier contacto entre el gueto y el exterior. 2 años más tarde comenzaron las deportaciones al campo de exterminio de Treblinka, que se alargaron hasta mayo de 1943.
El mapa del gueto de Varsovia
Los mapas muestran la ubicación del gueto dentro de la ciudad, así como su forma y sus zonas. La cartografía forma parte de la documentación de la Enciclopedia del Holocausto, la cual ofrece mucha más información en su web y mapas de otros guetos nazis.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Varsovia quedó en ruinas. El centro histórico fue completamente destruido durante el Alzamiento de Varsovia en 1944. A pesar de las dificultades, la ciudad comenzó su proceso de reconstrucción. La comunidad internacional se unió para ayudar a restaurar la capital polaca. La UNESCO declaró el centro histórico de Varsovia como Patrimonio de la Humanidad en 1980. De los edificios del gueto se conservan solo unos pocos y del muro una parte muy pequeña y la gente de allí no parece tener ganas de recordar dónde estaba, al menos de cara a los turistas. Esta frustración la expresa muy bien Juan Mayorga en su obra El cartógrafo, llevada al teatro magistralmente por Blanca Portillo y José Luis García-Pérez.